terça-feira, 2 de outubro de 2012

Manifiesto Futurista



El Manifiesto Futurista fue escrito por el  poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti, y publicado en el periódico francés Le Figaro en 20 de febrero de 1909. Este manifiesto marcó la fundación del Futurismo, uno de los primeros movimientos del arte moderna. Consistia en 11 itens que proclamavam la ruptura con el pasado y la identificación del hombre con la máquina, la velocidad y el dinamismo del nuevo século.
Para Filippo Tommaso Marinetti, fundador del movimiento, los manifiestos son armas de lucha y, el gesto de publicarlos en periódicos, revistas o como volantes, reafirma la tarea de multiplicar la voz de estos escritos, y de sumar adeptos a las huestes del futurismo. Los manifiestos históricos asumen al pasado como objeto de su furia y destrucción, presentando las imágenes del mundo moderno y exaltando sus nuevos “valores”. Los manifiestos políticos, ofrecen un  programa de acción, documentan la génesis del fascismo y, aunque sus gestos quedaron en un terreno simbólico, las filiaciones con el proyecto comunista, con el culto a la guerra, le otorgaron un perfil muy particular al movimiento. Y los manifiestos técnicos aportan la verdadera bomba cultural, son los que incluso desde la estructura de escritura destruyen la sintaxis, la redacción, utilizan los verbos sólo en infinitivo, sin adjetivos ni adverbios y abusan del recurso de las puntuaciones y otros signos. También le atribuyen formas a las palabras e incorporan palabras y letras a las formas, un espacio de verdadera invención.
Pasemos a analizar uno de los puntos más relevantes que propugna Filippo Tommaso Marinetti.
LA VELOCIDAD.
En la Vanguardia se produce una aceleración en todos los sentidos: en la producción artística y en la teórica, aceleración que se corresponde con la del proceso histórico, político, social… La rapidez de este proceso da lugar a que los elementos se superpongan.
Los movimientos vanguardistas son rápidos, se superponen y funcionan al mismo tiempo en distintos lugares. De ahí que se erijan como conceptos de vanguardia la velocidad, la simultaneidad, la espontaneidad, la instantaneidad, el dinamismo, la impulsividad… Es decir, el arte del pasado estaría resumido por los principios de estaticidad, equilibrio, armonía, y lo que hacen los futuristas es introducir, frente a esto, la dinamicidad, el concepto de contrastes, disonancias, disarmonía…
No tenemos inconveniente en declarar que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza: la de la velocidad (punto 4).
Y pasa a exaltar Marinetti al automóvil de carrera, paradigma de la modernidad y que encarna este principio de velocidad.
Vivimos ya en lo absoluto, puesto que hemos creado la eterna velocidad omnipresente (punto 8 ).
No estamos jadeantes; nuestro corazón no siente la menor fatiga, porque se ha alimentado de fuego, de odio y de velocidad…
Todo el Manifiesto se desenvuelve a través de un lenguaje cargado de expresiones que nos impregnan de sensaciones de velocidad, en un discurso rápido.

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